La negritud de un lejano caballo
La negritud de un lejano caballo
La negritud de un lejano caballo ha traspasado mi temblor nocturno
he sostenido mi espinazo apenas con la soga de un corroído recuerdo
el sueño se erige sobre mis ojos como un oráculo de muerte
mi rostro huye
le he tramado una terrible artimaña
he tocado el hueso del grito
y heme aquí lavando mis senos con el agua turbia de la boca de los lobos
Arrastro mi desespero mi desconocimiento
estoy en el umbral de una tentadora puerta
me hallo ante el túmulo de luz salvaje
me prometo habitar las carnes rotas
me prometo el cuerpo
me prometo abrir la cáscara andrógina
ser mujer-hombre
lamer y lacerar un solo vientre. Ser mi hija y mi madre
parir entre el moho reluciente cabezas y olvidarlas.
Olvidarme
Habitarme de forma absoluta y luego arrojarme de mi misma.
Me espanta esta hambre y esta carencia
y me espanta no sentirla cada día.
El tiempo fue tiempo hasta que se detuvo ante mi sexo.
La soga está frágil
hay dientes, cuchillos y garras devorando parajes y cielos,
la soga está frágil y no quiero sostenerla.
Duele, duele el retorno
mi cuerpo se inmola, se desgaja, se lacera.
La soga está rota,
las ruinas laten sobre el sol.
Diana Moncada, página 30 del libro I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas.
La negritud de un lejano caballo ha traspasado mi temblor nocturno
he sostenido mi espinazo apenas con la soga de un corroído recuerdo
el sueño se erige sobre mis ojos como un oráculo de muerte
mi rostro huye
le he tramado una terrible artimaña
he tocado el hueso del grito
y heme aquí lavando mis senos con el agua turbia de la boca de los lobos
Arrastro mi desespero mi desconocimiento
estoy en el umbral de una tentadora puerta
me hallo ante el túmulo de luz salvaje
me prometo habitar las carnes rotas
me prometo el cuerpo
me prometo abrir la cáscara andrógina
ser mujer-hombre
lamer y lacerar un solo vientre. Ser mi hija y mi madre
parir entre el moho reluciente cabezas y olvidarlas.
Olvidarme
Habitarme de forma absoluta y luego arrojarme de mi misma.
Me espanta esta hambre y esta carencia
y me espanta no sentirla cada día.
El tiempo fue tiempo hasta que se detuvo ante mi sexo.
La soga está frágil
hay dientes, cuchillos y garras devorando parajes y cielos,
la soga está frágil y no quiero sostenerla.
Duele, duele el retorno
mi cuerpo se inmola, se desgaja, se lacera.
La soga está rota,
las ruinas laten sobre el sol.
Diana Moncada, página 30 del libro I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas.
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